La fuerte apuesta a la producción en la década del 30´

La situación de nuestro país, a finales del año 1933 comenzaría a reactivarse. Luego de una serie de medidas del nuevo gabinete económico con Federico Pinedo a la cabeza, entre ellas la Creación de la Junta Nacional de Granos y la apuesta fuerte a la producción.

Si bien ya había algunos signos de recuperación de la actividad económica, campeaba el desánimo general. El Gabinete económico utilizó lo que se desprendía del acuerdo Roca-Runciman, para pagar deudas y calmar la crisis; Era necesario rediseñar el sistema de control de cambios.

Se devaluó el peso, haciendo que los precios apenas retrocedan con respecto al mercado mundial y simultáneamente, el mercado cambiario se desdobló a un oficial y otro libre. La Oferta de divisas en el mercado oficial provenía de las exportaciones tradicionales de nuestro país.

Del mercado libre participaban las exportaciones no tradicionales y a países limítrofes e inversiones extranjeras, las importaciones sin permisos previos y los pagos no autorizados en el oficial. La moneda extranjera era más barata en el segmento controlado del mercado de cambios.

Se estableció una Junta Nacional de Granos que comprarían los cereales a un precio superior al de mercado y los vendería “cuando las condiciones se presenten favorables”. Las pérdidas que arrojaran esas operaciones serían cubiertas con el margen de cambios. Con esto, el Gobierno pudo pagar parte de la deuda externa y constituir un fondo de reserva en el exterior.

El gobierno enfrentó la crisis con medidas de apoyo a la producción pero tuvo que profundizar políticas impositivas y de reducción de gastos en otros sectores, como por ejemplo simplificar los procedimientos administrativos y eliminar organismos superfluos, ahorrándole al estado 25 millones de pesos.

Las entradas y salidas esporádicas de Argentina al patrón oro había impedido la institucionalización de un régimen monetario ordenado durante los períodos de convertibilidad. No había una legislación clara a la que atenerse.

La nueva salida a esto realizar un análisis y proponer fundamentos de una reforma, por ello se invitó al especialista británico Otto Niemeter. Su proyecto contemplaba la creación de un banco que emitiera los billetes, regulara el crédito y las reservas bancarias.

Pinedo envió en 1933 al Congreso una serie de leyes por las que se creaba el Banco Central de la República Argentina. En marzo de 1935 el Congreso Nacional sancionó finalmente la ley de creación de esta entidad, la ley de bancos y otras normas que completaban la revolucionaria renovación financiera.

Se puso en marcha una política de “esterilización”, por la cual el impacto monetario del superávit en los pagos con el extranjero se moderaba. El Banco Central vendía bonos del Gobierno a los bancos quitándoles así parte del efectivo que había resultado de la entada de divisas.

La recuperación de 1934-1937 se detuvo con el advenimiento de una nueva recesión mundial. A la crisis en Estados Unidos se sumaron cosechas pobres y una nueva baja en los precios. Las exportaciones locales cayeron una vez más y el peso comenzó a depreciarse en el mercado libre.

Las esperanzas de recuperación cedieron paso a nuevas preocupaciones cuando se hizo evidente que Europa marchaba hacia la guerra. Pero la política económica argentina estaba en mejor posición que en 1930 para enfrentar otro impacto externo. Los diez años anteriores habían servido para comprender qué reacciones eran las mejores ante una crisis originada fronteras afuera.