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Visitamos la Escuela Agraria Salesiana de "Don Bosco" en Ferré, Pcia. de Buenos Aires. Allí se celebró la "Fiesta Anual del Ex Alumno" y aprovechamos para recorrer el lugar y conversar con el Hermano César Arribillaga, Director del Establecimiento y el Padre Orestes Barra.

Notas Completas:






En el marco del Día del Agricultor, visitamos a Ismael "Titi" Ferrero, una de aquellas personas que nacieron en el campo y forjaron la producción agropecuaria de nuestra región. En esta nota, conocemos su historia junto al campo.

“Yo de chico fui viendo como trabajaban y aprendí de esa forma, se araba y sembraba con 6 caballos y el cultivo se controlaba con escardillo y los yuyos que sobrevivían se cortaban con la azada. Nos fuimos haciendo más de campo gracias a los chanchos, ese fue siempre nuestro fuerte”.

“A mí me gustó siempre el campo, por mi gusto seguiría viviendo allí. Fue una vida sencilla, distinta, era todo más simple y lindo, se vivía de lo que se producía allí”.

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Somos Campo dialogó con Ricardo Cavanagh y Ricardo Redlich, grandes jinetes de rodeo que supieron salir campeones en varias ocasiones. Hoy retirados de la actualidad, cuentan su historia junto a los caballos y brindan sus opiniones sobre la actualidad.

Principalmente la charla giró en torno a las experiencias vividas, desde sus comienzos hasta la actualidad. Jinetes de otros tiempos que supieron marcar el camino para las generaciones venideras.

“Los primeros años hemos llegado a correr 300 vacas en un día con yeguas en diferentes condiciones hasta que les encontramos el punto. Salí campeón con seis animales diferentes, eso para mí es un orgullo muy grande”, expresó Cavanagh

Por su parte, Redlich brindó su testimonio: “Cavanagh me invitó una vez para correr y allí empezamos. Nosotros nos entrabamos mucho, fue una época fantástica que no tiene comparación, fuimos la primer yunta de caballos criollos en ganar un campeonato”.

A continuación las entrevistas completas:



Ricardo Cavanagh


Ricardo Redlich



Somos Campo dialogó con el flamante campeón nacional de Rodeo Matías Pierella, quien junto a Fernando Pinasco, obtuvieron el máximos galardón en la categoría. La yunta de nuestra región llegó a lo más alto, luego de consagrarse en la Sociedad Rural de Palermo.

“Estamos muy contentos, uno trabaja para lograr esto y nunca sabe cuando llega, años anteriores estuvimos bien montados como en este y no se daba, era cuestión de esperar y en algún momento se iba a dar. Considero que aquel que obtiene el título tiene que estar agradecido”, Manifestó Pierella.

Según explicó, las yeguas se entendieron de entrada y a la perfección, clasificaron en la instancia realizada en Berabevú y luego compitieron en Trenque Lauquen quedando entre las primeras 14 parejas. Finalmente llegó el momento tan esperado en Palermo, donde tuvieron una solidez excelente.

“Las finales son así, con muy poca diferencia entre las primeras tres yuntas; esto de reordenarlas y que el viene primero corre al final de la serie, hace que si los de abajo que logran buen puntaje, ejerzan más presión para lo que viene. Más allá de eso, uno sabe que tiene que dejar todo en especial en las últimas vacas que es donde siempre se define el campeonato”, destacó.

Sumado a esto contó que se inició en la actividad cuando transitaba la secundaria y viajaba a Berabevú a aprender en el campo de su actual compañero. Apoyado en Fernando y sus amigos, fue adquiriendo los conocimientos necesarios para llegar a este presente.

“Cuando vos compartís este hobby con amigos todo se hace más ameno por eso le agradezco a la familia, mis hijas, los amigos y le dedico este título a Fede Otaño que siempre me acompañó y hubiese estado con nosotros”, expresó emocionado.

Finalmente, tanto esfuerzo y trabajo de años trajo su recompensa para este jinete de Chañar Ladeado, que después de estar cerca del tan ansiado título en varias ocasiones, nunca bajó los brazos y acompañado por un amigo experimentado que llegó a su cuarto título, pudo alzar el máximo trofeo y alcanzar la gloria.


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Somos Campo visitó la Granja de los hermanos Juan María y Héctor Bertero, para conocer la historia familiar y la trayectoria rural marcada por la prestigiosa Cabaña “Mariot”. En esta charla, un repaso de lo que es por generaciones, un legado campero que continúa latente. 

En el año 1948, Marcelino Bertero junto a sus hermanos crearon la Cabaña “Mariot”. El espacio elegido fue su granja, en la cual y como el común de las chacras en la época, además de poseer un criadero de cerdos en ascenso, contaban con ganado vacuno y se desarrollaban trabajos agrícolas. 

“Mis recuerdos de la cabaña comienzan de los años 70´ en adelante, allí nos asentamos en la granja. Participábamos de todas las muestras importantes, arrancábamos en marzo y terminábamos en octubre, en lo que respecta a exposiciones nacionales”, explicó “Juanci”. 

Su hermano Héctor, continuó explicando que “era un trabajo a largo plazo”, con mucha paciencia, ya que se debía estar encima de los animales todos los días, sin feriados ni domingos. Desde preparación, cuidados especiales, comidas, hasta alistarlos para el día de la jura, lo que implicaba sacarlos a caminar, bañarlos, peinarlos, enseñarles a pararse. 

Sobre este tema, especificó: “Gracias a estos cuidados, los ejemplares adquirían mucha mansedumbre, generando que la gente que lo compraba quedaba conforme con el rendimiento gracias a estas tareas”. 

Según señalaron, la familia fue pionera en la raza Duroc Jersey, la cual le dio grandes Campeones, sumándoles con el tiempo Hampshire y posteriormente cuando se efectuaron los entre cruzamientos, el Spotedd Poland. 

“Tenemos el orgullo de que la primera vez que vino el jurado americano a la fiesta del porcino sacamos el gran campeón Duroc jersey. Participamos en todas las fiestas hasta no hace muchos años, siempre estábamos en la pelea, contentos de poder asistir”, expresaron. 

Siempre se destacaron sus animales por “la rusticidad y la adaptación” a cualquier tipo de campos, ya que en aquellos años no había criaderos confinados con comodidades como ahora. Generalmente, sus clientes utilizaban los ejemplares adquiridos para hacer entre cruzamientos y capones pesados de 130kgs. 

Ambos participaron como cabañeros pero también en diferentes etapas fueron integrantes de la Comisión de la Sociedad Rural. Héctor destacándose de la parte de la exposición porcina y Juan María como Presidente durante diez años. 

Los hermanos destacan todo lo bueno que les dejó esta actividad: “Andando por tantos lugares del país uno va haciendo muchas amistades con cabañeros, seguimos con algunos conectados, lamentablemente el sistema de cría fue cambiando y las cabañas se fueron relegando. Llego a haber 33 cabañas de Chañar solamente, por eso tiene nuestro sello y permanece la fiesta del porcino”. 

Genética del Primer Mundo 

Los años setenta fueron una época dorada para la producción porcina, especialmente en nuestra zona, que contaba con una treintena de cabañas que apostaban al crecimiento y la expansión. Tal es así que se fueron adquiriendo animales de genética de Estados Unidos, lo que les dio muchísimo prestigio en los diversos certámenes que se presentaban. 

“Con un amigos cabañeros surgió un viaje a EE. UU. para buscar genética, se dio todo muy rápido y fue una gran experiencia, inolvidable, ya que en esa época allá había muchos criaderos con nuevas tecnologías, diferente forma de cría, quedábamos sorprendidos”, explicaron. 

Sumado a esto, mencionaron que anteriormente tuvieron una gran experiencia, con un padrillo que les habían traído de Norteamérica, del cual con los hijos de ese lograron muchísimos campeones y también los nietos, que se vendían a las cabañas. 

Los dos recuerdan con mucho cariño a su padre, quien tenía a cargo de manera exclusiva la cabaña, ya que sus hermanos se dedicaban a la ganadería y la agricultura. De él fueron aprendiendo todas las técnicas que pudieron desarrollar con el paso del tiempo, ganandosé un nombre respetado en el rubro. 

De Carneada y Yerras 

La familia siempre tuvo un gran apego a las raíces camperas y el paso del tiempo los encontró con el avance de las generaciones, pero con la esencia intacta. Las carneadas y yerras continúan en pleno desarrollo, tal como lo plasmaron sus antepasados. 

“Siempre la carneada fue una tradición para los inviernos, es un momento lindo porque somos un grupo de amigos que vienen a colaborar desinteresadamente, pasamos dos días contando anécdotas, cuentos, historias, eso se fue manteniendo y tratamos de mantenerlo a nuestros hijos y que a su vez encaminaran a los nietos. Luego lo que hacemos se transforma en presente o para alguna invitación, siempre es bienvenido”, exclamaron. 

En cuanto a la técnica en la parte de trabajo, remarcaron que lo aprendieron de su papá y tíos y ellos continúan con esas formas, a pesar de modificar alguna cuestión pequeña, pero siempre manteniendo la misma rutina. 

“Hace más de cuarenta años que realizamos las yerras, este 2020 la pandemia nos obligó a suspenderlo. Marcelino la primera que hizo compró 6 vacas hereford con cría en un remate de Copioli y desde allí empezamos. De ahí en adelante siempre estuvimos con esa costumbre, pasándola con un grupo de amigos, juegos y alegría”, finalizaron. 

Esta es una historia de una familia que supo echar raíces y mantenerlas. Levantar las banderas de la tradición más allá del negocio y continuar con las costumbres que legaron los antecesores, siempre poniendo ante todo el cariño y la amistad de sus pares.


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Chañar Ladeado cumplió hace pocos días sus 129 años de vida y Somos Campo visitó a Marcelo Muratori, Director del Museo Comunal para saber cómo vivian los primeros pobladores, pero especialmente, cómo fue el desarrollo agropecuario de aquella “incipiente” aldea. 

Para saber de la historia hay que recurrir a lugar específicos, pero también es clave conversar con las personas indicadas. Justamente decidimos entrevistas a Marcelo Muratori que sin lugar a dudas es quien más saber de la historia de Chañar, conocimientos que adquirió a base de estudio, profesionalismo y especialmente, pasión. 

“Desde el museo comunal hemos rescatado las fotografías, donde vemos la evolución del trabajo agrícola, primera función económica de la región. Los colonizadores eran agricultores de Italia y Yugoslavia, por otra parte los españoles se especificaban en ramos generales o comercio, por ello decimos que fue todo un acompañamiento, se encontraban en un punto estratégico de la provincia y al surgir la posibilidad de comprar tierras lo hicieron en conjunto”, explicó. 

Por su parte, nos comentó lo que fueron los primeros asentamientos en el distrito: “Las primeras casas se hicieron como trincheras, realizando pozos elevando el espacio con las paredes de paja, hasta levantar con ladrillos propios sus hogares”. 

Otra de las actividades que recordó el Profesor de historia, fue la del herrero, los primeros acompañaban a los agricultores que tenían la dura tarea de romper la tierra virgen de la pampa húmeda, con arado tirado a caballos. Sin dudas era un “trabajo arduo” que necesitaba de herramientas fuertes. 

“Con el arado se fue tecnificando el laboreo, luego vinieron cosechadoras con tremendos tractores a vapor, que con un sinfín tiraban a la trilladora. Antes de la llegada del ferrocarril aquí, se llevaba la producción en carro a San José de la esquina, con un viaje de un día”, analizó. 

Así mismo, explicó que desde el comienzo hubo “mucha agricultura y poca ganadería”. Con respecto a esto, dijo a los pobladores les servía solo para el consumo propio pero la actividad fundamental era el agro y a medida que fueron llegando inmigrantes y hubo mayor posibilidad tecnológica, se incrementaron lino, maíz y trigo. 

Combate de las Langostas 

Sobre este tema puntual que fue el peligro más grande que sufrieron los colonos de aquellos primeros años, Muratori nos relató los detalles de cómo se trabajaba para combatir la plaga y salvar la cosecha. 

“Cuando venía la bandada de langosta se comía todo tanto en el pueblo como en la chacra, se combatía con fuego y con chapas sobre los lotes e incluso se formó una comisión de defensa agrícola de vecinos que intentaban evitar este flagelo”, narró el profesor. 

En el museo local se encuentran lanzallamas que se utilizaban y relatos de diferentes colonos que explicaron cómo fue su experiencia y sobre todo el sacrificio que llevaba volver a sembrar por la cosecha perdida. 

Chañar Ladeado se formó como los demás pueblos de la región a base de esfuerzo y sacrificio, con un motor fundamental que fue la actividad agropecuaria. El Museo de Chañar alberga muchísimos testimonios y elementos para poder revivir en carne propia el pasado, pero además, pueden visitar sus redes sociales, con un gran trabajo de digitalización que permite viajar un poco al pasado y rememorar esos momentos.

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