Recría y Feedlot; Viejos y Nuevos Aliados

Una vez más vemos como las exigencias del contexto macroeconómico y variables como las de carácter climático, afectan y configuran respuestas de una oferta productiva que se adapta en función a sus objetivos de rentabilidad positiva. En virtud de ello, resulta destacable la aparición de artilugios productivos, hasta hace un tiempo omitidos por la producción, como la figura de la Recría, que en los últimos meses pasó a constituirse en un nuevo y trascendental eslabón de la cadena de valor de la carne bovina.

La eliminación de retenciones a la exportación de carne y maíz afectó no solo el equilibrio de la ecuación de costo-beneficios en la cadena, sino también la distribución de su renta. El clima, el exceso hídrico, y la deficiente infraestructura disponible para enfrentar al mismo, también provocó efectos no deseados que impactaron fuertemente, no solo en el traslado de animales para su venta constitutiva de la oferta y el consecuente ingreso de invernada al feedlot, sino también en el manejo de la hacienda dentro de las unidades productivas, especialmente las de explotaciones de engorde a corral profesionalizadas que representan el grueso de los números agregados en este sector de la cadena.

Dicho análisis no debería soslayar elementos verificables como una demanda de consumo interno cada vez más vulnerable producto de una inflación que durante el 2016 erosionó fuertemente su poder de compra, así como un mercado externo que aún es sólo visto como una llama de ilusión que por cuestiones externas y por impotencia interna aun el país no puede abastecer como quisiera.

Volviendo al análisis de la oferta, hoy nos permitimos poner el foco en la variaciones que viene presentando el segundo eslabón de la cadena (invernada) fundamentalmente como consecuencia de un mayor elasticidad temporal de los sistemas de engorde intensivo, que frente a una modificación de la características del negocio enfrenta ciertos achatamientos en la relación de precios (Ternero comprado / gordo a vender). 

Habiendo comprado terneros en torno a $31/Kg durante la zafra y con aspiraciones realistas de venderlo gordo a $32/KG, resulta determinante en las utilidades del feedlot la cantidad de kilos que pueda incorporarle a la invernada que compra, y dado el coyuntural precio del dinero (tasa de interés) también el tiempo que le demanda dicho proceso.

Si bien técnicos reconocidos en el sector de engorde a corral, destacan la importancia de los costos operativos que fueron notoriamente incrementados producto del aumento en el precio de insumos críticos como el maíz, el combustible, y la mano de obra, fletes, y gatos comerciales, también ponen especial acento en la pérdida de productividad que el clima imprimió al proceso de engorde producto de corrales con agua y barro que afectaron el ritmo de incorporación de kilos diarios, así como el ingreso y salida de hacienda a los corrales. 

Ahora, deflactando el efecto costo de los factores climáticos coyunturales, la política sugerida y seguida por actores relevantes del sector consistiría en la compra de terneros de 180 Kgs para llevarlos en el plazo de 60 días con recría a corral a un kilaje en torno a 230 Kgs, y recién allí incorporar el animal al engorde intensivo llevándolo en el término de 120 días a los 380Kgs, reduciendo así, la rotación del stock de animales en engorde y bajando el impacto de los costos, poniendo el foco en la distribución de los mismos entre más kilos vendidos y contenidos en las mismas cabezas de bovinos. 

Cabe aclarar que dicha política deberá hacerse teniendo siempre presente el posible impacto de los costos financieros que implica la inmovilización de capital en el tiempo en un escenario de alto costo de oportunidad / costo del dinero.

Una vez más, y subyacente a las mutaciones que vaya mostrando la estructura productiva de la ganadería nacional, resulta siempre relevante destacar la rigidez de la demanda de carne en la economía doméstica, siendo el consumo determinante para la estabilidad del negocio ganadero aún en contextos macroeconómicos claramente adversos en lo que respecta a su capacidad adquisitiva. 

Resulta sorprendente que aún con una inflación que al menos hasta entonces superó significativamente el ritmo de avance del salario nominal promedio, el consumo interno sigue pisando lo 55Kg per cápita a nivel nacional.

Asimismo, y si bien existe el temor de una posible avalancha de oferta de hacienda gorda que puede empezar a salir del feedlot (ocupación actual +70%) a partir de la segunda quincena de agosto y hasta enero, se confía en la madurez del mismo sector a la hora de administrar una salida paulatina, que aunque encuentre ciertos excesos podrá ser contrarrestada y absorbida por una demanda interna de carne siempre presente y que post paritarias se fortalezca y al menos sostenga el esquema de precios vigentes en los eslabones anteriores de la cadena.


Fuente: Portal Decisión Ganadera