Guerra Gaucha y Libertad Latinoamericana

El 1 de abril de 1814, San Martín le comunicaba al director supremos Posadas su decisión de dejar en manos de Martín Miguel de Güemes y sus gauchos la defensa del norte:

“Es plausible el ataque que emprendió el valeroso Teniente Coronel don Martín Güemes el día 29, con los paisanos y un poco de gente de armas de la avanzada a su cargo, contra una gruesa partida enemiga de ochenta hombre al mando del perjuro coronel Juan Saturnino Castro, me obliga a despachar por alcance a las superiores manos de V.E. el parte que acabo de recibir”, envía San Martín a las autoridades en Buenos Aires.

La respuesta fue inmediata y el 9 de mayo, Güemes fue nombrado Tte. Coronel del Ejército del Norte, con el Cargo de Comandante General de Frontera. San Martín recorrió la zona de combate a comienzos de aquel año; Los “Civilizadores” no respetaban mujeres, niños ni ancianos, la estrategia española era el saqueo, el robo y el asesinato en masa.

El hombre que durante años seria la pesadilla de los ejércitos españoles con sus tácticas guerrilleras, nació en Salta el 8 de febrero de 1785. A los catorce años ingresó a la carrera militar. Participó en la defensa de Bs. As. En las invasiones inglesas y al producirse la revolución de mayo, se incorporó al ejército patriota, formando parte de las tropas victoriosas de Suipacha.

Desde 1814, Güemes se había puesto al frente de una partida cada vez más nutrida de gauchos guerrilleros, que les hacían literalmente la vida imposible a los invasores. El 3 de agosto obligaron al realista Pezuela a evacuar salta y ponerse en retirada hacia el Alto Perú. En su desesperación, los invasores fueron abandonando su parque.

Al año siguiente, lograron madrugar al ejército enemigo derrotarlo en el Puesto del Marqués (14 de abril d 1915). Este triunfo aumentó el prestigio del teniente norteño, a tal punto que fue designado poco tiempo después como gobernador de la provincia de Salta.

Su vital tarea de contención y distracción de las tropas españolas resultó imprescindible para encarar el cruce de Los Andes y desarrollar la campaña libertadora. Por ello, don José de San Martín tendrá permanentes expresiones de elogio y gratitud para con Güemes y sus gauchos.

Los pedidos de ayuda de Güemes eran permanentes. No se resignaba a aceptar que a Buenos Aires no le importaba perder las provincias del Norte. Pero los auxilios no llegaron nunca. La situación se volvía insostenible: las clases altas salteñas le retaceaban su apoyo por el temor de aumentar el poder de Güemes y por la desconfianza que le despertaban las partidas de gauchos armados, a los que sólo toleraban ver en su rol de peones de sus haciendas.

Varios de ellos habían huido a reunirse con el enemigo, y fueron ellos los que guiaron a la vanguardia española conducida por José María Valdés, apodado “el Barbarucho”, un coronel salteño traidor que estaba a las órdenes del ejército español.

Las fuerzas de Barbarucho avanzaron hasta ocupar Salta con el inestimable apoyo de los terratenientes y comerciantes el 7 de junio de 1821.

Güemes se refugió en casa de su hermana Magdalena Güemes de Tejada, más conocida como “Macacha”. Mientras escribía una carta escuchó disparos y decidió salir por la puerta trasera. Logró montar su caballo y emprenderla al galope pero recibió un balazo en la espalda. Llegó gravemente herido a su campamento de Chamical con la intención de preparar la novena defensa de Salta.

Finalmente fue trasladado a la Cañada de la Horqueta donde pasó sus últimos diez días de vida. En dos ocasiones el jefe español Olañeta le envió emisarios. Le ofrecía un médico y remedios, y volvía a intentar sobornarlo. Güemes les respondió convocando a su segundo al que le ordenó: “Coronel Vidt, ¡tome usted el mando de las tropas y marche inmediatamente a poner sitio a la ciudad y no me descanse hasta no arrojar fuera de la Patria al enemigo!” Miró al oficial español que le traía la nota de Olañeta y le dijo: “Señor oficial, está usted despachado”.

El 17 de junio de 1821 los pobres de Salta y sus alrededores se quedaron sin padre. Moría Martín Miguel de Güemes el hombre que había rechazado con sus infernales nueve invasiones españolas. Todo aquel pueblo que lo había acompañado en las buenas y en las malas, concurrió en masa a su entierro en la Capilla de Chamical.


Fuente: Extractos del Libro "La Voz del Gran jefe" Felipe Pigna