Una planta de soja necesita entre 550 y 600 milímetros de agua para crecer vigorosa y ofrecer un buen rendimiento. En algunas zonas agrícolas, sin embargo, ya llovió el doble o todavía más, poniendo en jaque la principal fuente de recursos de la economía argentina.
Aunque todavía es prematuro hacer un cálculo de pérdidas, algunos expertos afirman que no menos del 5% de la producción ya se perdió. Son 3 millones de toneladas, que a valores de hoy implicarían más de US$ 1.000 millones.
El escenario podría llegar a ser mucho peor. La situación se agrava a medida que transcurren las horas y las lluvias no cesan de caer -como casi todos los días desde principios de abril- sobre una extensa franja de tierras productivas de Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires y Entre Ríos.
En la primera de esas provincias se estima que hay 2,8 millones de hectáreas comprometidas, aunque no todas están sembradas. En la última, ya se habla de 350 mil hectáreas agrícolas totalmente perdidas.
Las intensas lluvias agarraron a los productores a días de iniciar la cosecha. Hasta el momento, las máquinas solo pudieron trillar el 14% del área sojera, especialmente en el norte.
El atraso es evidente, pues a igual fecha de 2015 el avance de la cosecha llegaba al 33%. “Bajo condiciones normales en las últimas dos semanas se habrían cosechado unas 5 millones de hectáreas”, explicó la Bolsa de Rosario.
Pero las condiciones están lejos de ser normales. Los caminos rurales están intransitables y muchos lotes están literalmente inundados, porque las napas están altas y los suelos ya no pueden absorber mayos cantidad de agua. Arriba, las plantas de soja, maíz y sorgo empiezan a mostrar el impacto de tanta humedad.
En el caso del cultivo que alimenta gran parte de la economía, las vainas se abren o se pudren. Y los porotos se brotan o caen al piso.
Nadie se anima a dar, en este contexto, un número final para la cosecha 2015/16, la más esperada por los productores luego de tres o cuatro años de rentabilidades nulas y gran endeudamiento.
La Bolsa de Cereales, en su último informe, dijo que por lo pronto “no solo queda descartada cualquier probabilidad de elevar nuestra expectativa de producción por encima de 60 millones de toneladas, sino que por el contrario, se incrementan las posibilidades de realizar ajustes en baja”.
Fuente: Clarín Rural