Con una expansión de área del 42 por ciento en las últimas dos campañas y un volumen que coloca a la Argentina en el podio de los exportadores mundiales, la cadena del maíz –por encima de la contingencia climática– comienza a lucir pantalones largos. Y los desarrolladores de tecnología se entusiasman en ir por más.
Con tal contexto, Basf congregó esta semana en Rosario a expertos, asesores, distribuidores y a su propia dotación en la región sudamericana para participar en un simposio que se ocupó de las enfermedades que afectan al cultivo y la paleta de soluciones, en especial por el lado de las moléculas y tratamiento fungicidas de las que se dispone y las que serán lanzadas en los próximos años.
La estrategia no sólo apunta a defender rendimientos y márgenes tranqueras adentro, sino también a custodiar la calidad del maíz argentino (evitar por ejemplo el impacto de micotoxinas) cuando el 62 por ciento de la producción tiene como destino la exportación, con 25,4 millones de toneladas (más de cuatro mil millones de dólares en divisas).
Igualmente, la calidad del grano y sus derivados suma en la cadena de valor interna, a la que se destina el 38 por ciento del grano producido, en los segmentos de carne bovina, avicultura, tambo, ganado porcino y biocombustibles.
Cerca de los lotes
Mientras se transita esta parte del verano con déficit hídrico, en el centro norte de Córdoba, de acuerdo con los monitoreos, se advierte alguna presencia de roya, dado que las temperaturas mínimas fueron conducentes, a diferencia de otros años.
También, en algunas localidades hacia el norte (Cañada de Luque, Chalacea), donde hubo más precipitaciones, hay presencia de cercosporiosis. “Se avecinaría un fin de febrero y un marzo llovedor; si se dan esas condiciones, habida cuenta de que la mayor superficie está con maíz tardío, tendremos el llenado de grano en esa época en la que va a estar lloviendo y condiciones para que se desarrollen estas enfermedades, principalmente tizón. En los últimos dos años, las dos enfermedades que más nos preocuparon son septoriosis y mancha blanca. En el caso de la primera, la mayoría de los híbridos sembrados en nuestra región son susceptibles o altamente susceptibles”, describió ante Agrovoz Roberto De Rossi, del Laboratorio de Fitopatología de la Universidad Católica de Córdoba y habitual conferencista en las Jornadas Agrovoz.
En función del panorama climático, recomendó monitorear los lotes a partir de estados vegetativos y casi ya reproductivos, que es cuando el cultivo empieza a enviar todos sus carbohidratos a la espiga, se debilita la parte foliar y ganan terreno cercospora, tizón y mancha blanca.
Costos y manejo
El costo de un fungicida para esta campaña está alrededor de los 350 kilos de maíz por hectárea. “Si hay cercosporiosis, el año pasado en nuestra zona medimos pérdidas de rendimiento de hasta 1.300 kilos; hay que hacer un manejo lo más anticipado posible para no perder todos esos kilos. En caso de roya común, viene en estados fenológicos más tempranos, creo que con esta seca vamos a zafar de un manejo químico. Pero si hay híbridos susceptibles para tizón, habrá que tomarlo en cuenta”, explicó De Rossi.
Respuestas en el sur
En la región sur de Córdoba, en la campaña 2016/17 el Laboratorio Oro Verde Servicios Fitosanitarios de Río Cuarto evaluó para los Crea Zona Centro cinco sitios con distintos híbridos y aplicaciones de fungicidas mediante avión, con una buena eficiencia de control, lográndose mejoras entre 500 y 700 kilos en el rendimiento, describió el ingeniero Julián García. Se utilizaron volúmenes bajos (10-12 litros de caldo por hectárea), a un costo que rondó los 30 dólares “con respuesta económica positiva” y la salvedad de que “no todos los años es necesaria una aplicación con fungicidas”, dijo el técnico.
Más del 60 por ciento del maíz en el sur de Córdoba se realiza en forma tardía y hoy está sufriendo un estrés hídrico importante, en general, lo que ha frenado la incidencia de roya. En algunos lotes se hicieron aplicaciones de fungicidas, dado que llegaron a umbrales requeridos.
“Hemos comprobado que cuando tenemos un cultivo en buenas condiciones, pero con enfermedad, la eficiencia en el uso de fungicidas en maíz es muy alta; aplicados en momento oportuno, devuelven mucha producción”, señaló García.
Según los relevamientos del Laboratorio Oro Verde y de la Zona Centro de Aacrea, en la región sur de Córdoba el uso de fungicidas en maíz por parte de los productores está en un 15-17 por ciento, cuando las condiciones y umbrales lo imponen. “El monitoreo debe empezar en forma temprana; un maíz en V8-V9 ya se tiene que estar monitoreando, o antes; porque si la decisión la tomamos en estado reproductivo, R1-R2, llegamos tarde y no es tan grande la respuesta económica”, mencionó García.
Fuente: Agrovoz