Aramburu: «lo bueno sería que este tipo de cosas no sucedieran nunca»

Hace exactamente 365 días, el establecimiento Porcimag S.A. ubicado a unos 7 km de Chañar Ladeado, vivía el peor momento de su historia; Inundación total. Hoy a un año de esas horas desesperantes, hablamos con Ignacio Aramburu, uno de los propietarios, para que nos narre cómo vivió esa situación.

El establecimiento Porcimag, es propiedad de tres socios, parientes que decidieron llevar adelante un proyecto y desde hace unos cuantos años son una marca registrada en toda la región; Jorge Cassina de Corral de Bustos, Marcelo Ferraris e Ignacio Aramburu de Chañar Ladeado. 

Minutos después de haber almorzado, disfrutando del cariño de su nieta Pilar, Ignacio nos recibe cordialmente para responder a nuestra inquietud; la narración de lo que fue hace un año, uno de los momentos más angustiantes que le tocó pasar en su vida.

“Nos encontramos el día viernes a media tarde con mucha agua que entraba al establecimiento, empezamos a hacer el movimiento de animales que podíamos, amontonar a los más chicos en el sector más alto, pero nunca nos imaginamos que iba a suceder este tipo de acontecimiento tan inusual”, empezó comentando.

El productor nos continuó relatando que el agua los empezó a “superar” y se dió que a diferencia de lo ocurrido en otras lluvias grandes, empezó aparecer desde otro sector, algo que les llamó poderosamente la atención.

“Esa noche estuvimos hasta la 1 de la mañana, no podíamos más del cansancio y los animales no respondían, estaba oscuro, nos fuimos sin saber que iba a pasar con el agua bastante alta. Ya estaban los Bomberos de Chañar parando a la gente en la ruta porque el agua estaba a punto de cruzar”, puntualizó Aramburu.

Al día siguiente, habiendo dormido unas pocas horas, Ignacio con sus hijos, empleados y socios se levantaron bien temprano para continuar con las labores, seguramente imaginando que sería complicado pero no a tal punto de tener “el agua al cuello”, literalmente y tal como se encontraron al arribar al lugar.

“Arrancamos a la mañana bien temprano; fue todo tan difícil…empezó a llegar gente, comenzamos a tratar de llevar a los animales a un lugar más alto, hacer corrales improvisados con alambres, nos encajábamos, los cerdos no subían al carro fácil. Por suerte cuando hay muchos a alguno se le prende la lamparita y sugirieron de sacarlos a la ruta y cargarlos en un camión, todo lo que me decían en ese momento para mí era válido”, expresó. 

Sobre esto, añadió que en un momento así, es difícil desde adentro tener la claridad como para darse cuenta de “lo que hay que hacer”. Pero tal como lo es la gente de pueblo, donde suele haber diferencias políticas o deportivas, también tiene la parte buena y es la de la solidaridad; Amigos, conocidos, Allegados, Bomberos Voluntarios, se agruparon para colaborar.

“Vino mucha gente que nos dio una mano enorme a la cual estoy agradecido, fue una ayuda impresionante, les he dado gracias como pude y si me falto alguien lo hago ahora, también a la gente de la Sociedad Rural que nos prestó el predio para depositar a los animales durante unos días”, expuso aún con tono de gratitud.

Sumado a esto, el productor dijo que desde el primer momento supo que “iba a ser difícil”, ya que otra manera no había. Fueron muchas horas de trabajo pero con esfuerzo y solidaridad se logró sacar a los animales que estaban más comprometidos.

El antes y el después: La causa del problema y cómo salir adelante

Claro está que las cosas no ocurren por arte de magia y mucho menos las situaciones negativas y angustiantes como lo fue este caso. Hubo imprudencia, falta de respeto o tal vez “salvarse uno para complicar al otro”.

Ante la consulta sobre cuáles fueron las causas, Ignacio comentó: “Los funcionarios locales se pusieron a disposición para colaborar en todo lo posible, pero el problema fue que alguien alteró la contención natural que tiene paso de agua normal y controlado desde hace toda una vida. Ese terraplén fue bajado y toda el agua acumulada se vino toda de golpe, de otro lado al que solía venir”.

Aramburu agregó que , recién días después identificaron el origen, encontraron que el problema venia de un lote cerca,  nadie se hizo cargo, pero hay gente que aguas atrás se benefició de manera incorrecta, porque se sacó el problema y se lo tiro a otro, eso fue lo que pasó.

“No fue fácil volver, todos los animales chiquitos nacidos en la semana y de la anterior, se murieron ahogados porque estaban en la maternidad, eso no los pudimos salvar, en cuanto a los que pasamos al sector más alto, no todos se salvaron, eran animales muy chicos”, enfatizó el productor porcino.

En cuanto a la reconstrucción, el propietario dijo que todos los comederos estaban con comidas podridas, al igual que el cereal existente en los silos, que fue lo más difícil, ya que tuvieron que destaparlos porque estaba todo “pegado”. Los animales recién pudieron volver al lugar en una semana, sufriendo enfermedades, abortos, repeticiones, etc.

Actualidad y reflexión final:

“Altibajos y tropezones tuvimos varios, ahora estamos bien. La producción de cerdos es una actividad que en este momento empezó a retroceder el valor del animal en pie, pero esperemos que no sea mucho, se puede trabajar, si logra mantenerse será una actividad rentable”, expuso Ignacio.

Finalmente, a modo reflexivo, brindó unas palabras acerca de sus sensaciones, mirando la situación un año después: “Hay que pensar que esto no es sálvese quien pueda. Los canales son buenos, hay que apostar que todos puedan producir pero no a cualquier costo, porque eso significa que uno le tira el problema al otro y eso en definitiva lleva a que el de aguas abajo siempre tenga problemas”. 

“Si alteramos lo que está programado por la gente que tiene conocimiento y planifica estas cuestiones uno la pasa mal. Desgraciadamente yo lo sufrí, lo bueno sería que este tipo de cosas no sucediera nunca”, finalizó.

Tal como lo menciona Ignacio Aramburu, ojalá que esta mala y angustiosa experiencia sirva para que todos tomen conciencia de las graves consecuencias que puede generar la imprudencia y el desinterés por el otro, cuando bien sabemos que todos podemos necesitar del otro algún día y para que podamos convivir sanamente como se debe.

Nota Completa: